miércoles, 30 de abril de 2008

~ Fagot ~

Fue un juramento pronunciado un día de fiesta, por lo que quizás no fuese oído por aquel que debía cumplirlo. Eso, sin duda, fue lo que debieron pensar los hombres que unos pocos días después le colgaron desnudo de un balcón de la avenida, pues juzgaron traición y sentenciaron pena capital sin perder tiempo oyendo absurdos alegatos constantemente interrumpidos por gimoteos. "Mala suerte", dijeron muchos cuando tiempo más tarde se supo la verdad y ya no había remedio. Desde luego que nadie hubiese podido imaginarlo siquiera, pero fue una auténtica lástima. De todas las bocas que en la ciudad eran capaces de maldecir y lanzar afiladas palabras envenenadas, tuvieron que silenciar aquella que nunca se abrió más que para dejar que el aire pasase de sus pulmones a la boquilla, penetrando por la doble lengüeta para salir suavamente por la base, dando la nota exacta para que la orquesta pudiese afinar en el tono perfecto.
Aquel día no hubo música porque los violines no se presentaron. La culpa había enmudecido sus cuerdas. Se removían en sus estuches, sin aire, sintiendo el ahogo de un ataúd lleno de lágrimas.
"No era posible que fuese más bello que nosotros..."

No hay comentarios: