jueves, 24 de abril de 2008

~ Mensaje en una botella que se estrelló contra las rocas antes de llegar al agua y que una ola borró para siempre ~

Por favor, dime que me oyes. Dime que me ves desde donde te encuentras. Dime que aun me queda esperanza. Te lo ruego: sálvame. Te necesito. Necesito que me mires. Necesito que me distingas de entre esta multitud que me rodea. ¿Es que no te das cuenta? Me ahogan, me están ahogando, me asfixio. Queda ya muy poco de mí. Ven. Te lo suplico. Ven por mí. Cruza este mar picado y llévame contigo; llévame lejos de este lugar, de esta nada que me contagia su vacío. Sácame de esta oscuridad y ponme a la luz. A tu luz. Quiero estar junto a ti. Quiero brillar para ti, con tu luz, con tu resplandor. Quiero reflejarte. Ser tu espejo para que te mires, para que sonrías al ver tu belleza, para que compartas tu belleza conmigo. Quiero que seas conmigo. Te quiero. Deseo quedarme contigo. Deseo que me sonrias. Hazme único. Te pido muy poco. Apenas un rincón en tu corazón o en tus recuerdos, en algún lugar en el que sienta tu presencia, en algún lugar que nunca olvides, porque quiero quedarme para siempre. Así es. No pienso abandonarte, porque te debo la vida. Estoy en deuda contigo. Soy tu amigo, tu hermano. Soy tu esclavo. Para siempre tuyo, seas quien seas. No me importa quien seas, porque también has sido mío por un instante. Has sido yo mismo. Te has metido en este cuerpo, has hablado con esta voz, has sentido con estas manos. ¿Ves estos ojos? ¿No te acuerdas de la mirada de estos ojos? Se te empañaron con mis propias lágrimas. Con tus lágrimas, porque estabas llorando. Cuando estabas entre mis brazos llorabas. Como un niño asustado. Como una doncella triste. Y también, como una novia enamorada, pues eso eras entonces. Una llamarada de amor. Una prueba viviente de amor. Tú me querías, ¿no es verdad? De hecho, aun me quieres. Siempre me quisiste, desde el primer momento en que me viste, o tal vez desde antes, desde mucho antes de que supieses mi nombre, desde mucho antes de que recibieses este mensaje, desde mucho antes de que mi voz te llamase desde las sombras. Porque, en realidad, eras tú quien me necesitaba. Eras tú quien me gritaba desde el otro lado del mar. Eras tú quien me suplicaba auxilio. Pero un día, te vi. Te elegí a ti y te hice único. Y hoy, con una palabra, he podido devolverte el favor. Gracias.

1 comentario:

Harmuna dijo...

La esperanza es la fe de los incredulos, como en los sueños en lo que todo es posible. Aun asi las palabras escristas existen, hacen el recuerdo, se plasma y se siente.

Inmortalidad, solo eso y nada mas.